Cada cereza que Chile exporta ha sido cuidada como si fuera una joya. Desde el momento en que florece hasta que llega a mercados como China, Estados Unidos o Brasil, pasa por más de 12 etapas de selección, refrigeración y embalaje. ¿Por qué tanto mimo?

Porque la cereza no perdona

Es una fruta delicada, sensible al clima, al transporte y al tiempo. Un pequeño golpe puede arruinar su sabor y apariencia. Por eso, Chile ha desarrollado una logística de precisión, donde cada minuto cuenta.

¿Sabías que…?

Las cerezas chilenas viajan en contenedores con atmósfera controlada, donde la temperatura, el oxígeno y el dióxido de carbono se regulan como si fueran astronautas en misión. Así llegan frescas, brillantes y listas para conquistar paladares.

¿Y por qué enamoran?

Porque no solo son dulces y crujientes. También tienen antocianinas, antioxidantes que ayudan a reducir la inflamación, mejorar el sueño y proteger el corazón. Exportar cerezas es exportar salud, belleza y tecnología agrícola.

 

🎁 En China, regalar cerezas chilenas en Año Nuevo es símbolo de prosperidad. Se venden en cajas rojas, como si fueran lingotes de oro. ¡Chile exporta más que fruta: exporta emoción!